Carolina Pizarro y Paula Contreras
Psicólogas Practicantes en Programa de Apoyo Psicológico
La etapa universitaria es uno de los periodos que más está asociado a cambios. Estrés, altas expectativas y, muchas veces, aparece una sobre exigencia personal orientada hacia el éxito.
Como estudiantes enfrentamos un nivel de exigencia académica que demanda una gran cantidad de recursos físicos y psicológicos. Lo anterior, puede tener efectos en nuestra salud mental y en nuestro nivel de satisfacción con los estudios.
Además de la universidad, también nos vemos presionados/as a dar constantemente un 100% de nosotros/as para cumplir con obligaciones o metas en las distintas áreas de nuestra vida (social, familiar, personal, hobbies, entre otras). Por lo mismo, sentir que no estamos el máximo o que no estamos alcanzando los resultados esperados acorde a nuestro esfuerzo, puede despertar sentimientos de fracaso o la creencia de no ser suficientes.
Estas ideas pueden surgir al no ser conscientes de la cantidad de actividades que realizamos y la demanda de energía que estas implican. Es decir, podríamos estar desvalorizando las acciones que hacemos y el resultado que estamos viendo.
Sentir que no estamos desempeñándonos como esperamos en cada una de las cosas que realizamos, no significa que estemos “funcionando mal” o que haya algo mal en cada uno/a. Es probable que sólo necesites avanzar con más calma y un paso a la vez.
Recuerda, podemos con todo, pero no con todo a la vez.
- Haz una lista: Si mantienes tus pendientes en la cabeza, gastarás más energía de la necesaria en recordar todo. Mejor anota lo que tienes que hacer, esto te ayudará a saber por dónde empezar. Además, es muy satisfactorio ir tachando las tareas realizadas!
- Valora lo avanzado: No te ciegues mirando sólo lo que te falta por hacer. Presta atención y valora lo que ya has logrado, esto te mantendrá motivado/a en vez de abrumado/a.
- Quien mucho abarca…: Sé realista en las cosas que te propones hacer con tu tiempo. Seguro has escuchado la ley de Pareto. Ésta dice que el 80% de las consecuencias se deben al 20% de las causas (Nemur, 2016). En otras palabras, no intentes hacer todo. Por ejemplo, si tienes 10 cosas por hacer, concéntrate en las dos más importantes. Esto te hará ahorrar energía asegurando los resultados más significativos.
- Recarga tu batería: Hay cosas que no nos gusta hacer y que nos desgastan mucho. Pero también hay actividades que disfrutamos mucho hacer e igualmente nos cansan o nos consumen recursos (tiempo, dinero, energía, concentración, etc.). Si solo realizas actividades que te consumen recursos, sentirás que no logras recargar tus pilas. Ten momentos de ocio activo (leer, hacer deporte, juntarte con amigues) y ocio pasivo (ver tele, escuchar música, sentarte en una plaza a dejar pasar el tiempo). Recuerda que ningún extremo es saludable.
- Agenda tu autocuidado: Al organizar tu día o semana, no solo programes tus deberes. Es más, si organizas tu semana en función de actividades que disfrutas hacer, te será más interesante y estarás más motivada/o. Sé rigurosa/o con tus tiempos de autocuidado y protege esos horarios, no los trances por actividades productivas. Con el tiempo verás que eres más eficiente en lo productivo con tal de no pasar a llevar tus tiempos de autocuidado.
Referencias
Olivas, O. L. L., Rivera, C. F. M., Lerma, L. B., & Vargas, K. M. R. (2020). SALUD MENTAL, SATISFACCIÓN ESCOLAR Y SU RELACIÓN CON EL PROMEDIO EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS. Revista de Estudios Clínicos e Investigación Psicológica, 10(20), 194.
Nemur, L. (2016). Productividad: Consejos y Atajos de Productividad para Personas Ocupadas. Editorial Babelcube Inc.